LA OBRA CONSUMADA, por Apóstol Luis Reyes


Lucas 14:27-30
Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?
No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.


Dios manifestó su amor hacia los hombres y carácter de muchas maneras. El Señor es inmutable, el mismo ayer hoy y por siempre. Dios no cambia.
Y quiero hablar en esta oportunidad acerca de una de las características de Dios, que nosotros, sus hijos, debemos también manifestar.
No sólo porque Él es nuestro Padre, nuestro Señor y nuestro Dios; sino porque Jesús expresamente dijo que teníamos que hacerlo, porque sino no calificamos para ser sus discípulos.

Hoy quiero enseñar sobre esa característica de Dios, de comenzar algo y trabajar sin claudicar, hasta terminar.

Se ha fijado que a nuestro alrededor hay tantas cosas que quedaron inconclusas, por ejemplo construcciones que no se terminaron, arreglos que quedaron a medias, proyectos que comenzamos con mucho entusiasmo, trámites que iniciamos, estudios que no se terminaron como se debe, promesas que hicimos a alguien, compromisos hechos en el altar del Señor, etc. En general vivimos en el país en que tratamos de arreglar las cosas con el “alambrito”, el país de las cosas provisorias, pero que por muchas razones, se vuelven definitivas; y eso no está bien, al menos para nosotros porque nuestro Dios no es así, Él es fiel (cuando comienza algo la termina y lo hace bien)

1.- Dios termina la que comienza.
Mire la Biblia, la revelación de Dios para los hombres, contiene un Génisis (comienzo) y un Apocalipsis (conclusión).
También dice:
Filipenses 1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
A sus apóstoles les encomendó la gran comisión diciéndoles:
Mateo 28:20 y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
En Apocalipsis, se reveló a Juan diciendo:
Apocalipsis 1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

Estamos llamados a ser como aquel que en su naturaleza termina lo que comenzó, y a no ser mediocres, quedarnos en la mitad o ser tibios.

2.- La cruz
Jesús nos coloca una prueba difícil antes de que aceptemos el llamado a ser sus discípulos: “llevar tu cruz y seguirlo a Él (imitarlo)”, por supuesto sin soltar la cruz.
Note que Jesús no está diciendo esto cuando está camino al Calvario, sino que está hablando el momento de mayor popularidad, está sanando enfermos, liberando endemoniados, realizando milagros, predicando el evangelio.
Esto nos demuestra que la cruz no lo tomó al Señor por sorpresa, sino que era la parte final de su propósito en la tierra, era su omega.
La cruz es el altar de Jehová en la tierra, el lugar de cumplimiento de nuestro destino y donde se dice “consumado es”.
Por eso que el vencido se le metió a Pedro, cuando el Señor le comparte a sus discípulos que iba a Jerusalén a morir en la cruz y Pedro influenciado por el enemigo trata de convencer al Señor de no ir. Le dice: “ten cuidado de ti”.
Pero en la naturaleza de mi Señor estaba cumplir la voluntad del Padre y no iba a permitir que ningún hombre aunque fuera su cercano, lo convencieran de cumplir su máximo destino: tomar sobre si nuestros pecados, cargarlos camino al Calvario y consumar nuestra salvación.
Si queremos ser sus discípulos tenemos que seguirlo a Él, toma tu cruz e imítalo; va a ver muchas oportunidades en que el enemigo quiera convencer te abortar el propósito, levantará acechanzas para que no sigas, pero el secreto es mirarlo a Él.
Hechos 4:29-30 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Necesitamos que extienda su mano y nos dé fuerzas.

3.- La torre
La cruz nos muestra el término y la consumación de su propósito en mí. Pero la torre tiene que ver con nuestros proyectos, deseos y decisiones.
La cruz es establecida por Dios, pero la torre la determinamos nosotros.
Hay que tener cuidado de no construir torre sin cruz, como la torre de Babel. Proyectos sin Dios, sin propósito.
Si la torre a medio terminar es objeto de burla de parte de los hombres, que será si nos manifestamos al mundo como gente que termina sus torres.
La clave para terminar la torre es: sentarse y calcular.
Antes de comenzar la torre hay que evaluar si voy a poder terminarla; y no meterme en lo que Dios no me ha mandado.
Cuidado con lo que compramos, que después no podemos pagar, primero hay que sentarse (ubicación) y no tomar decisiones de pie.
La torre es un proyecto sistemático y organizado (gradual, ordenado, piso a piso).
Lo que hoy soy, es producto de las decisiones de ayer. Pero lo que decida hoy, determinará mi mañana.

Conclusión
Hay muchos que se involucran en torres que Dios nunca les mandó y comienzan con mucho entusiasmo, pero al cabo del tiempo ahí quedan, como la torre de Babel, a medio construir.
Jesús relacionó la cruz con la torre.
Primero es la decisión de cargar tu cruz, determinando llegar con Cristo hasta el final.
Luego viene la torre, no te puedes involucrar en cualquier cosa; antes de decidir siéntate y evalúa:
¿Qué relación tiene con mi propósito esto?
¿Es la voluntad de Dios?
¿En que glorifica a Dios?
¿Es bendición para mi familia o iglesia?
¿Realmente es lo que necesito ahora?
¿Tengo los recursos para hacerlo?
Si la respuesta a todo esto es si, tenga en cuenta que el enemigo en mitad de la construcción va a desatar sus artimañas para detener la construcción y traer las burlas sobre usted.
Pero también Dios va a desatar sus recursos celestiales y aún Él mismo estará con usted para que glorifique su nombre.