
Colosenses 1:9-10
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.
El Espíritu Santo está provocando en nosotros un gemir por la Iglesia de Cristo, para que cada creyente y discípulo de Cristo sea lleno de pleno conocimiento de Dios y su propósito de vida.
Como ministro de Jesuscristo, he tenido la oportunidad de recorrer muchos lugares y servir en un importante número de iglesias y he tenido que reconocer que más allá del nivel sociocultural, el número de miembros, la posición económica y la ubicación geográfica; existe hoy en día una gran ignorancia acerca de la persona de Dios, sus caminos y sus propósitos para con la humanidad.
Estamos igual que la iglesia de Colosas: hemos conocido la Gracia de Dios, recibido el evangelio verdadero, estamos creciendo en la fe y manifestando el Agape (amor nacido de Dios) entre los hermanos. Y esto ha estado muy bien, pero solamente es un comienzo; es algo glorioso pero el principio de algo mayor que Dios ha reservado para sus hijos en este tiempo.
Dios quiere que seamos llenos del conocimiento de Su Voluntad, Aleluya. Todo lo cual se alcanza por medio de un proceso en que se deben activar dos áreas en nuestro ser interior: sabiduría e inteligencia espiritual; su resultado inevitablemente será: un andar en plena comunión con el Espíritu, agradándole, llevando mucho fruto y creciendo en Dios. Pero también es importante indicar que sin esta activación en nuestro espiritu, andaremos cojeando y tal vez sea la razón porque hay tantos hijos de Dios que “desertan” de las iglesias, personas que dan un pésimo testimonio del evangelio, tantas divisiones producto de celos y contiendas dentro del Cuerpo de Cristo.
Otra vez la Palabra nos confronta en nuestro andar: las malas obras son resultado de la carne y una vida llena de fruto bueno es consecuencia de alguien que anda en el Espíritu.
Pero permitame hacer una reflexión más:
Según nuestro pensamiento, asi actuamos y somos. Si el resultado es carnal, entonces nuestro pensamiento también lo es. Y aquí es donde entra la doctrina.
En la Iglesia hemos seguido la escuela griega de formación y esto va más allá de la manera en que organizamos las clases, tiene que ver con lo que estamos estimulando en el proceso de enseñanza. Hoy día se traspasa información, se activa la mente y se desarrolla un conocimiento almático, que puede ser distorsionado en cualquier momento por el engaño de la serpiente, a la manera de Eva en el Jardín. El resultado es un cristiano que anda según su parecer, sus emociones, sus necesidades o su razón.
Nosotros no debemos andar según la razón sino según la verdad, esa que es revelada por el Padre en nuestro corazón. Pero es más fácil para algunos juzgar según lo que piensan o intuyen, que entrar en una íntima cominión con el Padre para recibir esa revelación fresca.
La Escritura dice que los verdaderos hijos de Dios son guíados por el Espíritu de Santo, no por razones.
¿Qué hacemos entonces, le pregunté al Padre?
El me respondió: Enseñales según Mi doctrina, porque ella les abrirá el entendimiento espiritual; entonces comenzará en su interior un proceso de comprensión de la realidad espiritual. Mi Espiritu en ellos hará que cada enseñanza recibida se convierta en alimento para su ser interior, ese que crece no en estatura fisica sino en sabiduría e inteligencia espiritual.
Amados, estoy convencido que los apostoles del Cordero estimulaban constantemente a los discipulos por medio de profundas enseñanzas, que iban más allá de la fe y el amor que hoy se predica tanto en los pulpitos, lo cual es lindo pero no produce mayor efecto mientras solo estamos alimentando la carne y no el espiritu del que recibe.